El desarrollo tecnológico permitió hace algo más de una década que Internet se convirtiera en soporte periodístico, revolucionando aspectos fundamentales de una profesión que hoy se sitúa en un entorno hipertextual, multimediático e interactivo. Con el tiempo, han dejado de ser una excepción productos periodísticos capaces de integrar distintos tipos de información (textual, sonora, visual, etc.) y ofrecer mayores posibilidades de interacción y personalización al usuario. La perspectiva temporal que nos ofrece un decenio de experiencia en Internet, nos permite comprobar cómo el volcado inicial del periódico impreso a la Red ha ido dando paso a versiones pensadas exclusivamente para su difusión en el ciberespacio que conviven con otros diarios sin referente escrito. Tal y como nos recuerda Antonio López (López Hidalgo, 2002: 212), al igual que ya sucedió en su día con medios como la radio y la televisión, los diarios digitales han copiado muchas de las técnicas estilísticas y narrativas de los periódicos convencionales, aunque con el tiempo se aprecia un interés por desarrollar un lenguaje propio.